TIPOS LEGALES

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Stand Up Guys

Director: Fisher Stevens

Guión: Noah Haidle

Música: Lyle Worchman

Fotografía: Michael Grady

Intérpretes:  Al Pacino, Christopher Walken, Alan Arkin, Julianna Margulies, Mark Margolis, Lucy Punch

EEUU. 2013. 124 minutos

 

La última noche

 Esta es una película principalmente de actores y para los actores, y también suyo, por supuesto, es el gancho comercial, la reunión de tres “viejas glorias” –principalmente dos, Al Pacino y Christopher Walken, que son los protagonistas casi absolutos; Alan Arkin tiene un papel secundario y bastante breve– que, en realidad, no regresan a la pantalla, pues todos ellos siguen en activo. Pero, decía, el gancho comercial es que se trata de una película “geriátrica”, que narra la reunión de tres gángsters que antaño formaban una gang en el crepúsculo ya oclusivo de sus vidas. Sin embargo, ese gancho, como sucede a menudo, es algo engañoso: dejando de lado elementos superficiales, Stand Up Guys no sigue en nada las convenciones del cine de gángsters moderno, y el sencillo relato que despliega se acoge a las reglas del drama, por mucho que utilice una coraza y una coartada desenfadadas.

 

El guión escrito por Noah Haidle, quizá por su falta de pretensiones, tiene su atractivo, porque de lo que en realidad nos habla es de un proceso de liberación espiritual, asentado en todas las convenciones que se quiera pero francamente efectivo. Los tres personajes comparten una aspiración común que se ve cumplida, y que ni siquiera la muerte es capaz de empañar. Así planteado, el de Stand Up Guys es un relato marcado tanto por la calidez en el retrato de sus protagonistas como por la estoicidad que se les concede en sede argumental. Val (Pacino) sale de la cárcel tras 28 años allí recluido, y sabe que probablemente será ajusticiado por un hampón a cuyo hijo asesinó accidentalmente antes de entrar en la trena; su amigo Doc (Walken), también se encuentra en una encrucijada, pues es precisamente a él a quien el hampón ha contratado para aniquilar a Val, doloroso cometido con el que carga desde hace tanto tiempo como el que Val ha pasado en la cárcel; por su parte, Hirsh (Arkin), que se halla recluido en una residencia, severamente aquejado por un enfisema pulmonar, será rescatado de aquel lugar y de la máquina de respiración asistida por sus amigos, a cambio de la promesa de hacer lo que creía que no podría: volver a vivir deprisa, por mucho que el precio sea morir también mucho más deprisa. La trenza argumental que termina de casar todos estos elementos es el plazo perentorio al que Val y Doc se enfrentan: sólo tienen una jornada para estar juntos, pues a la mañana siguiente, si el segundo no ha cumplido su encargo letal, será castigado del mismo modo que le toca esperar a Val; así, Stand Up Guys se concentra en ese último día, y especialmente última y larga noche, en la que periplos diversos jalonarán el reencuentro de los amigos y fortalecerán aún más esos lazos que el tiempo y el destino pretendía dejar maltrechos.

 

Lo menos interesante de la película son indudablemente sus concesiones a la broma irónica y a menudo facilona a costa de las barrabasadas que, normalmente incitadas por Val, llevan a cabo los tres amigos. Persecuciones motorizadas, robos intempestivos, alguna paliza justiciera, la visita reiterada a un mueblé y los peajes del exceso de viagra son los elementos diversos que acondicionan esa vena ligera e intrascendente que caracteriza la historia. Pero, por suerte, el filme de Fisher Stevens también concede un espacio a situaciones que, pese a su apariencia a veces grotesca, desmienten esa carta hilarante, caso del deseo cumplido de Val de bailar una canción con una joven, o del improvisado entierro de un amigo. Y más espacio a careos dramáticos que van eliminando las coartadas fáciles, la mayoría de ellos en una cafetería de la que Doc es cliente asiduo, donde siempre es atendido por la misma y solícita camarera. Stevens comprende, y eso revierte en beneficio del relato, lo enunciado al principio: que ésta es una historia que las interpretaciones pueden moldear de un modo u otro, y exige a los actores (o les deja, eso depende del punto de vista, porque yo no puedo saber si es lo uno o lo otro) tomarse su cometido más a pecho de lo que podían presagiar los recovecos cómicos del argumento. Es una sabia decisión, pues de hallarnos ante una comedia más bien sosa y previsible saltamos al mucho más atractivo escenario de lo íntimo, al que un Pacino más contenido de lo habitual y un Walken sencillamente pletórico encuentran una química interpretativa satisfactoria, que nos hace disfrutar lo risible y padecer lo trágico con una intensidad mayor de la esperada. La sencilla pero honesta fuga poética con la que el filme se colofona –ese plano que deja fuera de campo el anunciado final para elevarse a unos cielos que no son otros que los que Doc pintaba en su apartamento– terminan de salpimentar las buenas intenciones y dignos resultados de la función.

http://www.imdb.com/title/tt1389096/?ref_=fn_al_tt_1

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