UNA MUJER DE CUIDADO

 

Will Success Spoil Rock Hunter?

Director: Frank Tashlin.

Guión: Frank Tashlin, basado en la obra de George Axelrod.

Intérpretes: Tony Randall, Jayne Mansfield, Betsy Drake, Joan Blondell, John Williams, Henry Jones.

Música: Cyril J. Mockridge

Fotografía: Joseph MacDonald.

Montaje: Hugh S. Fowler.

EEUU. 1957. 95 minutos

 

Ciudadano Tashlin

Aunque no nos hallamos ante uno de los títulos en los que Frank Tashlin dirigió a Dean Martin y/o Jerry Lewis (Hollywood or Bust, Rock-A-Bye Baby, The Geisha Boy, Cinderfella o It’s Only Money, entre otros), que son los más celebrados del realizador, esta Will Success Spoil Rock Hunter? debe contarse igualmente entre las obras más reputadas de un cineasta tan apreciado por conaisseurs como desconocido por el gran público; un realizador procedente del medio animado -donde había colaborado con nombres tan ilustres como son los de Tex Avery, Dave Fleischer o Chuck Jones-, que, cuando pasó a ser guionista y después realizador de filmes de acción real (especializado en comedia y en explotar la vis cómica de nombres propios de la comedia como los citados Martin y Lewis, la exuberante Jayne Mansfield –en el filme que aquí nos ocupa, por ejemplo, y en The Girl Can’t Help It– o Doris Day), vistió su personalidad con motivos y estrategias narrativas de su medio de procedencia, conjugados con las convenciones estéticas de su tiempo –el coloridoo pop enfatizado por el technicolorpara perfilar implacables, desternillantes y a menudo brillantes sátiras del american way of life, que Tashlin pintaba en imágenes en toda su sofisticada y refulgente superficie para luego dinamitarla desde dentro. Lo que está fuera de toda duda es que Tashlin merece constar entre los nombres de cabecera de la comedia norteamericana de aquellos últimos tiempos de gloria de los estudios, sin ir más lejos a la misma altura que Richard Quine, Blake Edwards o incluso el Billy Wilder (al menos, sus títulos coetáneos).

 

El publicista y la actriz

Y para hablar de esta Will Success Spoil Rock Hunter? debemos sacar a colación otro nombre ilustre, en este caso el de George Axelrod, comediógrafo y guionista de gran ingenio y gusto por la mordacidad (responsable de libretos como el de Breakfast at Tiffany’s, Bus Stop o, fuera de los márgenes de la comedia, The Manchurian Candidate). La película de Tashlin se basa –al igual que The Seven Year Itch de Billy Wilder- en una comedia de Axelrod que había obtenido gran éxito en Broadway y que proponía un acerado discurso contra el mundillo de la publicidad y los famosos, y la mella que ese mercado de futilidades deja en la sociedad. Tashlin, amén de coproducirla y dirigirla, firmó la adaptación cinematográfica, respetando la esencia mordaz del relato pero llevándola a su personal territorio genérico y cinematográfico. En el filme conocemos a un publicista (Tony Randall) que se halla en la cuerda floja profesional, y cuya suerte cambia cuando, merced de una feliz idea y no menos feliz conjunción de azares llega a convencer a la afamada actriz Rita Marlowe (la Mansfield –que, por cierto, ya había interpretado previamente este papel en Broadway, y que, quizá por ello, nos ofrece la mejor interpretación de su carrera-) para que promocione los productos de un importante cliente de la firma en la que trabaja; la actriz, que pretende dar celos a su anterior novio, le pide, a cambio de su participación publicitaria, que finja ser su nuevo amante de ocasión…

 

Implacable

La fauna que puebla la película no tiene desperdicio, los personajes se mueven gustosos en su condición miserable y carroñera, y no cabe otra fuga que la que, diríamos que in extremis, adorna el desenlace amable de la función (que, por otro lado, alinea el destino tanto de Rock y Jenny como de su ex–jefe a una suerte de redención, redención que podemos tildar de literal puesto que es precedida por un descenso literal a los infiernos –la secuencia nocturna, de delirio pop, en la que Rock asume su condición de Presidente de la firma-). Desde el propio protagonista, Rock Hunter, estudiante de Harvard venido a trabajador de existencia burócrata cuya mayor deseo en la vida se traduce en la posibilidad de acceder al lavabo de los vice-presidentes de la empresa a la exuberante actriz que demuestra que es el cuerpo y el instinto, no el talento o la inteligencia, lo que prevalece. Adolescentes que van al psiquiatra casi como hobbie o que concentran todas sus energías en adorar a sus ídolos de barro. Jefecillos consagrados a la bebida y los tranquilizantes y que mantienen relaciones sexuales con sus secretarias. Peces gordos agobiados por su propia condición, asustados ante la visión del abismo. La gota que colma el vaso lo encarna Jenny (Betsy Drake), la prometida de Rock, mujer de inteligencia y sensibilidad que decide cultivar su cuerpo y usurpar los patéticos modales de la actriz -en detrimento de sus virtudes- para ser merecedora del amor de su prometido… Establecidos en semejante escenario vivo, y sin dar tregua al espectador –es decir, sin atisbar la posibilidad de un cambio de escenario-, Tashlin maneja infinidad de gags, muchos ellos dialogados (algunos impagables, como referir que con un chiste de un minuto se puede escribir un programa de televisión de una hora, comparar las declaraciones a la prensa rosa de la actriz con los comunicados del Presidente de la nación –pues en ambos casos los emiten en todas las cadenas televisivas-, o esas propias declaraciones de esa actriz, donde manifiesta a la prensa que se ha cansado de su anterior novio porque olía demasiado a mono –pues trabaja con primates en una serie televisiva a lo tarzán- y que, por tanto, prefiere “a alguien con mayor encanto intelectual, como Rock, que huele a jabón de rosas” –gag en el que, de paso, queda patente la mofa a la figura de Marilyn Monroe que encarna el personaje interpretado por Jane Mansfield-), y muchos otros, no menos impagables, visuales, herederos de esa comicidad del cine animado o del slapstick del cine mudo (desde los excesos gestuales de los actores –que se prestan al juego con mucho talento- al partido que se le saca al elemento de la fisicidad –las idas y venidas en la oficina, la persecución de Rock cuando visita a la actriz, …-, pasando por la infinidad de detalles con rosca narrativa, como esa fan de Rock que emerge de una alcantarilla, la ropa a desmedida que la actriz presta a su nuevo amante, o las palomitas en el bolsillo de Rock que empiezan a explotar cuando la actriz le besa). El férreo control de los elementos narrativos, el desparpajo y cinismo que informa todo el entramado, da lugar a una película cuyo valor se halla mucho más allá de la mera suma o acumulación del valor de esos gags, y se proyecta hacia el implacable retrato de un tiempo, un lugar y unos valores.

 

Mad Men

En el anecdotario quedan, amén del divertido cameo de Groucho Marx, los divertidos créditos iniciales, ese interludio en el que se critican con saña las prestaciones de la televisión –Rock detiene la función y dice que concede una tregua para equipararlo a los espacios de publicidad televisiva, disminuyendo el tamaño de la imagen al de un televisor de veintiuna pulgadas y mostrando interferencias-, o el epílogo con los personajes dirigiéndose a la cámara, opciones narrativas originales que inciden tanto en la procedencia teatral de la función como (sobretodo) en su naturaleza ubicada entre la farsa y la fábula. Más relevante es la sustancia crítica de la película, por cuyo contenido (que tiene como punta de lanza los mecanismos de la publicidad y los medios de comunicación pero cuya diatriba alcanza la feroz disección de la sociedad retratada cuyas carencias intelectuales compiten con las morales para proyectar nada más que indiferencia) el filme reclama su vigencia en unos tiempos, los que corren, en los que hemos tenido que discriminar colores de los mass-media (la prensa rosa y la amarilla, los reality-shows (¿?) y la tele-basura, etc) para englobar el interminable cúmulo de material sensacionalista y vacuo que campea a sus anchas en el vasto mercado de la comunicación. Podemos encontrar una conexión lejana con la brillante The King of the Comedy (1983) de Martin Scorsese (que protagonizaba un comediante -Jerry Lee Lewis- acosado por su más acérrimo fan –Robert De Niro-), pero hoy quizá interese más destacar sus parangones con la (genial) serie televisiva Mad Men, que se sitúa en idéntico contexto histórico y vira en oscuro idéntica iconografía para retratar muchos de los mísmos ítems que con tanta avidez ya diseccionó Tashlin, que vivió aquellos tiempos y que, sus obras lo demuestran, leyó la realidad de la forma más lúcida. Tashlin hacía comedias, quizá porque no contaba con la perspectiva del tiempo que habilita la diferente naturaleza alegórica de la que se sirven los responsables de Mad Men. Como sucede con todas las buenas comedias, se puede sacar a colación aquella máxima de Oscar Wilde que rezaba “si tienes que decir la verdad, hazles reír; de lo contrario, te matarán”.  Como sucede con los clásicos, la parodia y el vehículo cómico siguen funcionando a la perfección

 http://uk.imdb.com/title/tt0051196/

http://www.variety.com/review/VE1117796399.html?categoryid=31&cs=1&p=0

http://www.avclub.com/articles/jayne-mansfield-collection,8213/

http://www.dvdbeaver.com/film/DVDReviews23/jayne_mansfield_collection.htm#will_success_spoil_rock_hunter

http://www.rottentomatoes.com/m/will_success_spoil_rock_hunter/

http://en.wikipedia.org/wiki/Will_Success_Spoil_Rock_Hunter%3F

http://www.slantmagazine.com/Film/film_review.asp?ID=2421

Todas las imágenes pertenecen a sus autores