

Hábil en su planteamiento discursivo, pero menos novedoso e interesante es el segundo aspecto reseñable de esta versión 2019: el ancla metanarrativa que se sostiene en las cuitas de Jo (Saoirse Ronan, tan espléndida como acostumbra) con el editor, y especialmente el hecho de que, al final, Jo le ofrezca su novela autobiográfica, y modifique su desenlace (encuentra el amor, como suele decirse, y se promete en matrimonio) solo para complacerlo (a él y a los gustos del público decimonónico). La(s) autora(s) pretenden inserir un comentario de texto en clave reivindicativa/feminista, y por eso edifica(n) un clímax que se mofa de la obviedad de los estereotipos que maneja -es decir, los de la novela-, lo que supone una solución posmoderna que, por curiosa que sea o por mucho que se vaya a celebrar en ciertos foros, hace tambalear un poco el tono que venía presidiendo el relato, y que puede disgustar a los amantes del clasicismo (ya no digamos a los puristas).

Y si digo que puede disgustar a los amantes del clasicismo y al tono tambaleante es porque, por lo demás, esta Mujercitas no tendría mucho que ver con, por poner, la Maria Antonieta de Sofia Coppola. Al contrario, Gerwig se mueve con tanta soltura como capacidad para transcribir lo introspectivo, la emotividad y clase de ternura que hizo de la obra de Alcott un clásico. Los diálogos estan bien escritos, la edificación escenográfica es algo bulliciosa por momentos pero precisa en la mayoría, y el ritmo está construido con un magnífico sentido de los registros cambiantes, entre lo recogido del puro drama y los apuntes extremos (de comedia y melo) que lo ribetean. Además, está la partitura de Alexandre Desplat que funciona como atento metrónomo de ese diorama de sensaciones en liza. Así que, en definitiva, esta Mujercitas puede sugestionar por los juegos o matices que plantea al material de partida, pero si cautiva es sobre todo por su devoción a los elementos esenciales del mismo. En la balanza entre el respeto a lo clásico y su réplica, Gerwig, a pesar de todo, termina decantándose por lo primero. Y demuestra talento para sacarle jugo