The Singing Detective
Director: Keith Gordon.
Guión: David Potter
Intérpretes: Robert Downey jr, Robin Wright Penn, Carla Gugino, Mel Gibson, Adrien Brody, Jon Polito, Saul Rubinek.
Música: (no original).
Fotografía: Tom Richmmond
Montaje: Jeff Wishengrad
EEUU. 2003. 117 minutos.
Cult-movie
A veces pasa. Incluso con películas americanas, e incluso distribuidas por las majors (como en este caso, patrocinada por el mismísimo Mel Gibson y asumida por la Paramount). Llega un título sumamente interesante, osado en su planteamiento y sus formas, que reverdece los adocenados panoramas narrativos convencionales. Cabe incluso que tenga un reparto lleno de actores conocidos (como puedan ser Robert Downey, jr, Adrien Brody, Robin Wright Penn, Carla Gugino, Jon Polito, Mel Gibson y Katie Holmes). Los críticos la saludan, quizá incluso la avala algún premio en festivales. Pero, ay, pasa más bien de puntillas por la taquilla (quizá porque, en lógico correlato a sus prestaciones, exige al espectador ciertos esfuerzos, un antónimo a ese panorama adocenado en el que todo debe presentarse mascadito). Pasa el tiempo y a duras penas si consigue distribuirse en formato video/dvd. Pasa más tiempo y nadie, salvo los más avezados, y/o aquéllos que se afilian al término cult-movie, la recuerda. Ni a ella ni a sus responsables (como el caso de Keith Gordon, actor-director que en contadas ocasiones salió del medio catódico, y no pudo hacer otra cosa que volver allí). La nómina de títulos podría ser larga, y hay casos tan pasmosos como los de la opera prima de George Clooney, Confessions of a Dangerous Mind. Quizá le pase a Andrew Dominick con The Assessination of Jesse James by the Coward Robert Ford. Les pasó, por supuesto, a Keith Gordon y al guionista Dennis Potter con esta magnífica The Singing Detective, una de esas películas a reivindicar, ni que sea para completar mosaicos en el análisis de lo bueno que nos dejó el cine norteamericano en los últimos años.
Dennis Potter
Como señalaba en el párrafo precedente, Mel Gibson es en buena medida el responsable de que este proyecto viera la luz (y, amén de producirla, encarnó a uno de los personajes secundarios de la función; muy bien, por cierto). Gibson sin duda debía de ser un fan de la reputada serie televisiva homónima creada por Dennis Potter. Se trataba de una miniserie de seis episodios (de 45 minutos de duración cada uno) que la BBC estrenó en 1999 (y que en este país se pudo ver en televisiones autonómicas), que narraba los periplos de un tal Philip E. Marlow (encarnado por Michael Gambon), un escritor de novela negra barata que se halla postrado en una cama de hospital, con todo el cuerpo cubierto de dolorosas pústulas producto de una soriasis, somatización de diversos traumas personales –la infancia, el fracaso de su matrimonio, su asumida falta de talento como escritor-. En ese penoso contexto, Marlowe activaba los resortes del recuerdo mezclados con la fantasía (de deformación profesional) y los sueños. Semejante premisa y desarrollo narrativo –que mixtura hábilmente la comedia con los aderezos musicales y la retórica icónica del cine negro- sin duda habría hecho las delicias de Federico Fellini. El propio creador de la serie, Potter, fue contratado para comprimir su relato televisivo a un guión de menos de dos horas de duración, y la verdad es que la labor del guionista es encomiable, pues no deja sin activar ninguna de las ambiciosas, sibilinas, audaces, cáusticas, brillantes teclas de su iconoclasta propuesta y, riesgo asumido y vencido (con el inestimable apoyo de la métrica del montaje), logra cohesionar su relato de forma espléndida.
Deseo/obsesión y realidad
Esta The Singing Detective nos propone nada menos que un viaje a los remotos espacios de una mente torturada, la de Dan Dark, el personaje tan bien encarnado por Downey jr (que sin ser el único actor destacable, nos ofrece un memorable one man show), y relata el proceso de catarsis que, catalizado por la denodada psicoterapia del Doctor Gibbon (Gibson), lleva al personaje a aceptar su propia herencia y dominar ese odio existencial que trató de canalizar hacia fuera con sus relatos pero terminó canalizando hacia adentro en una grave alteración psicosomática. La pirueta parte de la convivencia y connivencia de tres espacios narrativos confundidos pero de marcadas características distintivas que nos permiten, de buen principio, diferenciarlos. Por un lado, las vivencias reales del personaje en aquella habitación y resto de dependencias del hospital. Por otro, los traumáticos recuerdos de su más tierna infancia. En tercer lugar, la sustancia narrativa del relato criminal The Singing Detective escrito por el propio Dan, y que le sirve como puente entre la realidad y el recuerdo, puente más bien fatídico pues habilita las interpretaciones más enquistadas y misántropas imaginables. Semejante entramado está protagonizado por idénticos personajes –principalmente, Dark, su madre y su esposa, amén de dos gangsters-, cuyos contrastados roles (y apariencias), distancia entre realidad y ficción, dan la medida de otras distancias, entre subjetividad y objetividad, entre deseo/obsesión y realidad. Pero por si el tablero narrativo no era suficientemente atractivo, el relato viene sazonado por una sucesión de piezas musicales que tienen notable importancia en la exploración psicológica propuesta, piezas la mayoría de ellas correspondientes a la escena comercial de los fifties (una inspiradísima selección musical, con piezas como Mr Sandman de las Cordettes, How Much Is That Doggie In The Window de Patty Page, Three Steps to Heaven de Eddie Cochran o Woman Love, Important Words o In my dreams de Gene Vincent –esta última interpretada por el propio Downey jr en los créditos finales-), y que pueden ser escuchadas o entonadas por los peones en la trama, e incluso llegar a ser coreografiadas en la ensoñación/delirio del protagonista, nunca de forma futil o meramente jocosa, siempre encauzadas en un sentido, descriptivo, narrativo o incluso metanarrativo.
Gordon
El argumento utiliza conceptos psicoanalíticos (casi cabría hablar de freudianos) y los enhebra con el juego referencial a la serie negra clásica, de hecho más literaria que cinematográfica, en su bagaje más estereotipado y comercial, trufado de frases lapidarias y personajes tópicos y secuencias recurrentes (no muy lejos de las ficciones pulp que Tarantino homenajeó en los noventa, y que el propio Dan, de niño, lee con avidez en uno de los pasajes del filme). De tal modo, la plataforma narrativa es muy curiosa, pero The Singing Detective no sería una obra tan redonda si no fuera por el mimo escenográfico con el que Gordon va ilustrando el reconcentrado libreto. La elaborada planificación y partido que el cineasta saca al punto de vista en los encuadres de las secuencias que refieren los recuerdos de Dark hallan un magnífico contrapunto en los planos cortos y juegos de montaje que informan los segmentos cantados y coreografiados, mecanismos del todo eficaces a los que se les suma el gusto de Gordon por el detalle revelador de lo sardónico (véase el impagable segmento del Mr Sandman). Gordon, en realidad, utiliza estrategias de puesta en escena televisiva –incluso en algunos tour de force visuales, como la secuencia final en la que los dos gángsters llevan a Dan por los pasillos del hospital, de camino a algo parecido al infierno-, pero muy estilizadas, y que saben subrayar en cada momento el hilo narrativo que se está estirando, lo que nos revela la sintonía entre guionista y realizador, a resultas de lo cual están los magníficos resultados cinematográficos.
http://www.imdb.com/title/tt0314676/
http://www.imdb.com/title/tt0090521/
http://www.rottentomatoes.com/m/singing_detective/
http://www.ew.com/ew/article/0,,518977,00.html
http://www.imdb.com/title/tt0314676/soundtrack
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