
In the valley of Elah
Director: Paul Haggis.
Guión: Mark Boal y Paul Haggis.
Intérpretes: Tommy Lee Jones, Charlize Theron,
Susan Sarandon, James Franco, Frances Fisher.
Música: Mark Isham.
Fotografía: Roger Deakins.
EEUU. 2007. 112 minutos.
Million Dollar Screen
Tras pasarse cerca de una década fogueándose en la industria televisiva –como guionista, productor y realizador-, Paul Haggis alcanzó la fama en el cine tras rubricar el libreto de Million Dollar Baby –un guión adaptado- y poco después escribir y dirigir Crash, filme que se alzó con el Oscar a la mejor película de 2005 (no recibiendo el premio al mejor director, éste que fue a parar a las manos de Ang Lee por su labor en Brokeback Mountain). A partir de ahí se labró unas cotas de prestigio a las que pocos guionistas en Hollywood alcanzan, y en apenas tres años intervino en la escritura de guiones de filmes tan dispares como el díptico de Clint Eastwood sobre Iwo Jima (Flags of our fathers y Letters from Iwo Jima) y las dos películas de James Bond que han tratado de recuperar para el personaje un cierto marchamo de calidad (hablo de Casino Royale, de Martin Campbell y Quantuum of Solace, de Marc Forster). También creó y escribió libretos para otras series televisivas, y, entre tanto trajín, desarrolló su segundo proyecto personal para la gran pantalla, esta In the valley of Elah, obra que será principalmente recordada por ser uno de los señeros filmes-protesta contra la invasión americana de Irak en 2003 (junto con Redacted, de Brian De Palma o Battle of Haditha, de Nick Broomfield, documentales como Year at danger de Steve Metze y Don Swaymos o The War Tapes, de Deborah Scranton, o incluso series telvisivas tan aclamadas como Generation Kill, de los creadores de la excelsa The Wire).

Cicatrices psicológicas
El interés de Paul Haggis por esta historia le viene de un artículo publicado en Playboy titulado “Muerte y deshonor”, firmado por Mark Boal, en el que el periodista analizaba un suceso acaecido en Port Benning, Georgia, donde un soldado que había regresado del frente en Irak fue asesinado por sus propios compañeros de pelotón. Con esa base, Haggis construye un filme cuyo antibelicismo no se escora en la denuncia política, sino que se mueve hacia la abstracción, ya que trata de trascribir algo tan espinoso como son las cicatrices psicológicas, y ello a través del viaje emprendido por el padre del chico desaparecido/asesinado –para más señas, militar jubilado pero convencido- y de su progresiva asunción de datos reveladores no sólo de los motivos del asesinato de su hijo sino de la relación de éste con sus compañeros de tropa y su bagaje en el frente. Con más sutileza y capacidad para la sugestión que ingenio propiamente dicho, Haggis erige un poderoso puzzle de personajes y emociones, de contradicciones, de verdades irrefutables e inexplicables.

Levantamiento del velo
A mí me gustó Crash, pero con reservas. Según mi parecer, su innegable esmero argumental escondía bajo la fachada de realismo social ciertos clichés y no poco efectismo sentimentaloide. Precisamente por oposición, creo que esta In the valley of Elah es una obra mucho más redonda, pues aquí sí que Haggis nos ofrece una portentosa lección de realismo, lo que resulta especialmente encomiable (por complicado) en una película proveniente de una industria como la hollywoodiense, cuyas tesis de radiografía social suelen servirse más bien desde lo alegórico. Aquí de alegórico tenemos el título –de referencia en la Historia Sagrada, el campo de batalla en el que David venció a Goliat-, o la secuencia de la bandera colgada del revés, secuencia poderosa en su definición visual pero más bien obvia como culminación discursiva. Sin embargo, la compleja composición dramática, que habita en los más pequeños detalles (y en la lacónica y sobresaliente composición que efectúa Tommy Lee Jones), va dotando de empaque la propuesta y consigue traducir lo concreto (lo íntimo) en abstracto (el discurso). Haggis demuestra inteligencia en el planteamiento de ese “levantamiento del velo” que atañe al protagonista, utilizando por ejemplo los videos que el soldado grababa en su móvil, y que, sin ruido ni efectismos, van alcanzando un completo sentido; lo mismo sucede con la pesadilla del padre, que al principio creemos que se debe al dolor por la pérdida, pero después, integrado su sentido en un flash-back, veremos que también obedece al reconcomio por un acusado sentido de culpa. Resulta muy caro a los propósitos narrativos del filme ver el modo amigable escogido por Hank (Lee Jones) para acercarse a los peones de la trama, las conversaciones que mantiene con el personal de la base militar y los reclutas (a los que siempre soborna ofreciéndoles alcohol), sus tira y afloja con la inspectora de policía, y sobretodo sus soledades y silencios, que esconden un pavoroso torrente de desasimiento.

SEPT
Si en las pocas secuencias protagonizadas por Susan Sarandon (también espléndida) el filme holla con austeridad su poso dramático, y en la esforzada investigación de la inspectora que encarna Charlize Theron (tercera en concordia interpretativa) reside la convención genérica, policiaca, que raíla el desarrollo de la investigación –bien aliñada con la descripción de la oposición entre la vida civil y la militar mediante el tratamiento de los conflictos jurisdiccionales-, es en todo momento el personaje de Hank quien se va impregnando, e impregna a los espectadores, del peso de la historia, que balancea a la perfección lo simbólico y lo sociológico, pues a partir de una pérdida doble por parte de un padre (primero su hijo muere, después descubre la repugnancia de sus actos) se traza un durísimo, descorazonador retrato de la realidad social y cultural de un país cuyas jóvenes generaciones (de estratos sociales inferiores) siempre tienen una guerra en la que participar, y por tanto un horror con el que convivir (sí, las enseñanzas de Apocalypse now, una vez más, aunque también la orfandad del pueblo respecto de su padre/madre patria que vienen predicando los artistas americanos izquierdistas desde que Kerouac la supurara al final de On the Road). Aunque las líneas sean difusas, acaban por cruzarse: del asesinato accidental de un niño al ensañamiento con un preso herido, de las risas y bromas que erigen el compadreo necesario para la convivencia en unas condiciones extremas a esas mismas bromas y risas que acaban a navajazos porque nada importa demasiado, porque del alma ya sólo quedan despojos. Es lo que llaman “síndrome de estrés post-traumático”.
http://www.imdb.com/title/tt0478134/
http://www.rottentomatoes.com/m/in_the_valley_of_elah/
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