SUPERSALIDOS

Superbad

Director: Greg Motola.

Guión: Seth Rogen y Evan Goldberg

Intérpretes: Jonah Hill, Michael Cera, Christopher Mintz-Plasse,

Bill Hader, Seth Rogen, Martha MacIsaac

Música: Lyle Workman.

Fotografía: Russ Alsobrook

Montaje: William Kerr.

EEUU. 2007. 103 minutos.

 

SuperApatow

El nombre de Judd Apatow, uno de los artífices de la denominada nueva comedia americana, preside la función que aquí nos ocupa, ello y a pesar de que el realizador de Knocked up no asume las riendas tras la cámara (Greg Mottola es el realizador) ni siquiera firma –aunque probablemente participara en- el libreto. Basta que la obra venga presentada por la productora de Apatow como aviso para navegantes del cine en general y la comedia en particular. Eso basta para saber que la obra estará ritualizada por conversaciones trufadas de chistes, muchos de ellos incorrectos, el grueso de ellos sobre materia sexual, y que versará sobre lo traumático que resulta el cambio de estaciones de la vida. Y eso, el hecho de que la impronta de Apatow sea tan decisiva, no es bueno ni malo; sólo delimita, más que limitar, las posibilidades narrativas y expresivas de la película. La verdad es que, sin haber visto todas las películas de la factoría, asevero que Superbad es uno de sus títulos más interesantes, disfrutables y vigorosos. Lo que tampoco ubica la película en los altares del cine, ni siquiera del género. Pero sí asevera, y no es poco, que la comedia teen puede dar mucho más de sí que el cánon estereotipado para mentes idiotas que durante varios años (desde que se confundieran los términos para pervertirlos de títulos de principios de los ochenta como Desmadre a la americana) ha campado a sus anchas por las salas de medio mundo.

 

El fin de la amistad

Y la verdad es que, debe decirse de entrada, ese gusto por la provocación de que hacen gala los chistes, esa constante verborrea sobre lo sexual, ese gusto por lo escatológico (incluyendo vomitonas, salivazos, manchas de regla…), no rigen ni erigen un discurso que cupiera calificar de iconoclasta, o siquiera de incorrecto. Bien al contrario, el filme –como todos los auspiciados por Apatow- revela siempre las cartas de una mirada a la postre convencional, y hasta tradicional, sobre los pulsos de la existencia de los jóvenes en ellos retratados, eso sí, teñida de melancolía. Lo que, una vez más, tampoco es bueno ni malo, sino todo lo contrario. Simplemente es una elección discursiva, una motivación creativa a la que se da cauce en los retratos generacionales que pueblan películas como esta Superbad, como la citada Knocked up, como  The 40 year old virgin, como Pineapple Express como Funny People, o como Adventureland, la siguiente obra del realizador. En Superbad, impresionado sobre la anécdota de una noche de fiesta accidentada, planea siempre el concepto de esa graduación que separará a los dos amigos de toda la vida, Evan (Michael Cera) y Seth (Jonah Hill), que por razón de sus diferencias curriculares –y no por elección- cursarán los estudios superiores en universidades distintas. El amigo interpuesto, Foggel (alias McLovin, encarnado de forma brillante por Christopher Mintz-Plasse), cuya presencia habilita una trama paralela a la principal, sirve también para subrayar lo traumático de la separación entre los dos amigos (pues él acudirá a la misma universidad que Evan, residirá con él en el campus, y suplantará, por así decirlo, el puesto de mejor amigo de Evan que hasta entonces venía ocupando Seth). Y las chicas, Becca (Martha MacIsaac) y Jules (Emma Stone), que en realidad carecen de otro papel que el de la personificación de los deseos sentimentales y sexuales de los dos amigos, acaban simbolizando otra amenaza, sutil al principio, contundente en el desenlace, de la ruptura inevitable de esa amistad como consecuencia del advenimiento de la relación en pareja, que después dará lugar a la vida en pareja, y después la formación de una familia propia. Aunque aquí sea desde un prisma más sutil –pues la historia la protagonizan adolescentes-, no cuesta nada integrar el discurso apatowiano de lo castrantes que para la amistad suponen las vías afectivas con mujeres. Ellas, bajo la promesa del sexo, guardan la llamada a la madurez. Y así se cierra un único e insoslayable círculo de las estructuras relacionales en una sociedad occidental contemporánea. De forma traumática.

 

Look back

Aunque los personajes están magníficamente perfilados en su naturaleza y roles adolescentes (ya desde la elección de casting), dotándoles de ciertas señas freakies que sin embargo no llegan a desnaturalizar su encarnación de personajes-tipo representativos de una generación, la mirada que escruta el periplo emocional de Evan y Seth (así como de Foggel en su impensable peripecia con dos agentes de policía) es adulta. Se aprecia ya en la instalación del tono que promueve la música, piezas soul o boogies, hijas de los setenta, los tiempos en los que los guionistas de la película tenían la edad encarnada por Hill y Cera. Se aprecia en el contenido de los diálogos, y muy especialmente de los chistes: a pesar de la apariencia, los guionistas no escatiman un buen gag dialogado por una servidumbre de coherencia con los planteamientos mentales de a quien los expresa. Se aprecia en el doble viaje a una existencia adulta que la noche les depara a los jóvenes: por un lado, los dos policías que se convierten en compis improvisados de Fogel; por otro, los adultos que celebran la fiesta en la que Evan y Seth se cuelan para arrimar algo de bebida, tipos la mayoría de ellos indeseables, adolescentes en realidad, pero ya quemados por una vida de excesos e irresponsabilidad. Es en esos planteamientos argumentales, en un elaborado entramado de situaciones y símbolos, en puntuales argucias subversivas, donde el relato encuentra su cohesión, su sentido y su fuerza. Y si Superbad no de para más es porque a Mottola le falta mayor discernimiento e imaginación en el despacho visual de la obra. Y ese punto flaco también es una marca de fábrica de los filmes del universo Apatow, el hecho de que se nota demasiado su ascendencia televisiva.

 http://www.imdb.com/title/tt0829482/

http://www.sonypictures.com/homevideo/superbad/

http://www.videodetective.com/titledetails.aspx?publishedid=210903

http://www.rottentomatoes.com/m/superbad/

http://rogerebert.suntimes.com/apps/pbcs.dll/article?AID=/20070816/REVIEWS/70817001

http://www.calendarlive.com/movies/reviews/cl-et-superbad17aug17,0,711876.story?coll=cl-mreview

Todas las imágenes pertenecen a sus autores

LIO EMBARAZOSO

 

Knocked Up

Director: Judd Apatow.

Guión: Judd Apatow.

Intérpretes: Seth Rogen, Katherine Heigl, Paul Rudd,

 Leslie Mann, Jonah Hill, Joanna Kerns, Harold Ramis.

Música: Joe Henry y Loudon Wainwright III.

Fotografía: Eric Alan Edwards

EEUU. 2007. 125 minutos.

 

Del frat-pack

 

Fogueado, forjado (y dicen las malas lenguas que abatido) en el medio catódico, el guionista, director y productor Judd Apatow se ha labrado una reputación en el cambiante panorama de la comedia norteamericana. De hecho su nombre suele citarse junto con los de tipos como Wes Anderson, Ben Stiller, Adam McKay, Steve Carrell, Jack Black, Will Ferrell, Adam Sandler y algunos otros actores/guionistas/productores/directores a los que se les ha acuñado una denominación, la de “frat-pack”, pretendiendo –en falso, como siempre que opera el reduccionismo de las etiquetas- englobar con ella una personalidad, una forma determinada de abordar el género, diferente –o hasta opuesta- a la tradicional, entendiendo como tradicional no la comedia clásica (esos años dorados ya quedan muy lejos, aunque su relumbrante estrella sigue sin ser eclipsada ni dudo que llegue a serlo) sino la comedia-tipo, a menudo romántica, que viene apelando a la estupidez del espectador con la misma retahíla de sobados clichés y reiteraciones en la estructura y en la árida descripción de personajes o situaciones (aunque tradicional también puede considerarse la comedia gruesa satírica y basada en el gag surgida de los tiempos de la factoría Zucker-Abrahams-Zucker, por allá los primeros ochenta, y que nunca ha perdido su cota de espectadores), y buscando algo tan esencial –que debiera ser endémico al género, el de la comedia como cualquier otro- como la sutil paráfrasis dramática sobre las realidades sociales y culturales contemporáneas a la realización de las obras.

 

 

Influencias

 

Ni conozco a fondo la obra de todos los artistas citados ni le encuentro mayor relación a obras tan dispares como puedan ser  The Royal Tenenbaums, Zoolander o esta Knocked up, aunque sí me avengo a decir que probablemente los precedentes televisivos de muchos de los nombres etiquetados debe por ende influir en su concepción de la narrativa aunque ésta pase a articularse en el medio cinematográfico, al igual que sucedió con la generación salida del programa Saturday Night Live en los años ochenta, formada por tipos como Bill Murray, Chevy Chase, John Candy, Dan Ackroyd o John Belushi. Ya centrándome en la obra de Apatow que nos ocupa, hay que decir que influencias como las de esa generación se dejan sentir en el filme (e incluso cabe hablar de homenaje al hecho de que el padre de Seth Rogen –protagonista del filme/actor fetiche del director/alter ego del mismo en el aparato discursivo- esté interpretado por Harold Ramis); ésa y otras influencias de nombres propios de la comedia reciente, como los de Kevin Smith o los hermanos Farrelly, de quienes Apatow hereda –respectivamente- el sesgo generacional o la voluntariosa incorrección política, aunque, eso sí, en una definición argumental (que no escénica) más pulida.

 

 

Make them laugh

 

Soy de los que opinan que la comedia es un género poco agradecido, primero porque resulta muy difícil lograr arrancar sonrisas y/o carcajadas que no vengan embotelladas por ese inexplicable efecto dominó que campea en las salas abarrotadas (ya saben, me refiero a los casos en los que si una carcajada se contagia entre el respetable, te puedes pasar la película preguntándote qué le hace gracia a la gente, por un lado porque a ti no te la hace, y por otro porque las risas histéricas no te dejan escuchar los diálogos de la película), y, segundo, porque también resulta muy difícil alumbrar desde lo hilarante un discurso (recuerden la cita de Oscar Wilde: “si debes decirles algo muy terrible, hazles reír, porque sino te matarán”; bien, creo yo que eso resulta muy complicado, por mucho que antaño gente como Chaplin, Keaton, McCarey, Sturges, LaCava, Lubitsch, Wilder, Edwards, Tati, Lewis u otros lograran hacerlo parecer tan simple). Tomando ello en consideración, creo que Knocked up es una muy buena película, una comedia que consigue lo que se le exige a las buenas comedias: hacer reír y entretener por un lado, y a la vez ir sedimentando proposiciones intelectuales o sentimentales sobre esas risas y ese entretenimiento.

 

 

Improvisación

 

 El filme nos habla principalmente de las dificultades de la actual generación de veinte-treintañeros por asumir los roles que les atañen en nuestra sociedad del modo en que está organizada; dicho de otro modo, habla de lo doloroso, a veces castrante, y otras imposible, que resulta el proceso de madurez que se exige a aquellos hombres y mujeres que quieren formar una familia, sea a nivel de convivencia de pareja o al nivel (superior) de alumbrar una nueva vida y asumir las responsabilidades de la paternidad. Para desgranar ese discurso, el filme plantea una premisa bien sencilla y bien reconocible: dos jóvenes solteros, Ben y Allison, se conocen en una discoteca, se emborrachan y echan un polvo, a resultas de lo cual ella se queda embarazada; a partir de ahí, su vida va a cambiar radicalmente. De hecho, el verbo al que alude el título original del filme –traducido no de forma literal pero con cierta imaginación al español-, to knock up, en lenguaje coloquial significa “dejar preñada”, ello connotado del significado principal del phrasal verb: “improvisar”. Ello sirve para dirimir muchas de las reflexiones que esconde la película: Ben y Allison tienen que improvisar, tienen que tomar decisiones que les han caído de súbito, más en desgracia que en suerte, y que les superan, tienen que decidir si se convierten en pareja por el bien del niño o si, por el contrario, será mejor para el niño que ella sea una madre soltera; tienen que decidir qué tipo de familia formarán y cómo; ella tiene que decidir si podrá compaginar su imagen pública –acaba de ser ascendida en su trabajo, convertida en presentadora de tv- con el embarazo a sabiendas de la obsesión de los productores de su programa por el hecho de que ella mantenga una figura esbelta; él tiene que decidirse a buscarse un trabajo y, más importante, abandonar su adocenada independencia, pues es miembro de un clan de post-adolescentes que vive del cuento, fuma hierba compulsivamente y pretende ganarse la vida (algún día) gestionando una página web para onanistas. Pero esa coda improvisatoria que atañe a la pareja protagonista encuentra cierta correspondencia –o proyección futura-en la pareja secuendaria, la que forma la hermana de Alison y su cuñado, quienes tienen dos hijas y forman un matrimonio de apariencia feliz pero bajo cuya superficie no tardamos en percibir severas distorsiones.

 

 

La vida se abre camino

 

Se nota un concienzudo trabajo en la elaboración del guión, un esmero en la elaboración de diálogos/situaciones risibles que encuentra una correspondencia con un desarrollo más o menos cohesionado del relato. Cierto es que el filme tiene algunos altibajos de ritmo. Por ejemplo, tras el largo –y brillante- planteamiento uno tiene la sensación de que el invento va a desplomarse. Pero Apatow encuentra nuevas sendas por las que abundar en el sino de los personajes sin caer (o al menos, de cuatro patas) en el cliché, o más bien tomando todos los clichés –que tienen que ver con el embarazo- y llevándolos a otra dimensión. La mayoría de gags son dialogados, y de la incontenible verborrea del protagonista –o de las charlas de la cuadrilla de amigos- emergen sinfín de chistes donde, amén de la constante referencia a ítems cinematográficos –de Tarantino a Back to the Future, de Robert De Niro a The Sopranos  escora el afán por el retrato de lo freak como coda de las relaciones amistosas y el gusto por las bromas malévolas (a costa de homosexuales, de judíos, o… de Stephen Hawking). Amén de la mayor o menor gracia de los chistes (algunos son francamente desternillantes, otros menos, algunos algo forzados en el sentido de la secuencia que los contiene), el interés de ese planteamiento radica en el cuadro humano que desde esa hilaridad se va perfilando, un retrato no desencantado –pues Apatow demuestra una profunda querencia por sus personajes (quizá con la parcial excepción de la hermana de Alison… curiosamente encarnada por su mujer en la vida real)- pero sí más bien agrio de la dificultad de asumir responsabilidades y roles compartidos en una sociedad donde el individualismo es la bandera del ocio y donde esa oferta de ocio satura las motivaciones de los jóvenes. No lo denuncia, sólo lo describe. Al igual que, también sin prescribir, va tensando la cuerda que opone los sacrificios y necesidades de una vida de pareja/de la paternidad con las ventajas inmediatas de los placeres individuales (eminentemente masculinos) propios de una adolescencia que cuesta superar. Así se conforma un mosaico humano en el que laten con tanta fuerza las motivaciones de los personajes como su insuperable desorientación, que da lugar a complicidades o traiciones continuas fruto de los cambios constantes en la percepción que cada uno percibe del resto (por citar uno de muchos momentos ilustrativos, me quedo con la secuencia en la que Ben reprende agriamente a su cuñado –de hecho- que se haya chivado a su novia de lo que hicieron en Las Vegas, justo antes de que el tipo deba salir al jardín, con un pastel en la mano y una corona en la cabeza, a cantarle el “cumpleaños feliz” a su hija). Decididamente, uno puede reírse lo suyo viendo Knocked up, aunque muchas de las circunstancias sociales y culturales de las que levanta acta maldita sea la gracia que tienen. Si al final existe un discurso, creo que se halla en el niño recién nacido –o en las fotos de bebés que aparecen junto a los créditos-: al igual que una película tan distinta a ésta como era Wonderland de Michael Winterbottom, la rúbrica de la película nos dice que la vida se abre camino, como siempre ha sido, como debe ser, por encima de cualesquiera condicionantes. Con todo lo sublime o aciago que ello pueda significar para esa vida que llega o para la de sus padres. Ni más ni menos.

http://www.imdb.com/title/tt0478311/

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