FRANKENSTEIN vs THE MUMMY

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Frankenstein vs the Mummy

Director: Damien Leone

Guion: Damien Leone

Reparto: Robert MacNaughton, Ashton Leigh, Max Rhyser, Brandon deSpain, Sean Rogers, Michael Chmiel, Constantin Tripes

Música: Paul Wiley

Fotografía: George Steuber

EEUU. 2015. 114 minutos.

 

El mito inagotable

 Formado en el campo del maquillaje y los efectos especiales, Damien Leone dio sus primeros pinitos como cineasta especializado en el género de terror en un par de cortometrajes, The 9th Circle (2008) y Terrifier (2011), que le foguearon en la arena del cine bis y en esa especialidad, donde dio el do de pecho con el largometraje All Hallows’ Eve (2013), título de cierto culto que suele comparecer en las antologías de “películas sobre Halloween” que inevitablemente proliferan cuando finaliza el mes de octubre cada año. Con semejante bagaje, y con lo puesto –en esta ocasión, de nuevo, Damien Leone escribe, dirige, se ocupa del montaje e incluso de los efectos especiales–, en 2015 afrontó Frankenstein vs the Mummy, un proyecto que, sin salir de los márgenes del terror, afrontaba otras ambiciones y escenarios narrativos que los títulos precedentes, los tres pertenecientes al universo folclórico oscuro de la fiesta de la cosecha.

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Aunque se trate de un título muy modesto, que en EEUU no vio distribución y fue estrenado directamente en DVD, se trata de una obra más curiosa de lo aparente. Para empezar revela en Leone un avezado conocedor del mito frankensteiniano que, consciente de las infinidades de posibilidades de desarrollo que permite, se atreve no tanto a reproducir el argumento cuanto a jugar con sus elementos para ofrecer una divagación sobre sus temas, quizá los que más le interesan, quizá los que más le obsesionan desde la veta cinéfila (las citas  son constantes, a las obras de Terence Fisher especialmente). De hecho, el título es capaz de ahuyentar a más de un aficionado al cine fantástico, especialmente al aficionado a los relatos fruto del sustrato de Mary Shelley, si –con toda lógica de planteamiento, a la luz del sonoro título– piensan que pueden encontrarse una versión moderna de las más bien lamentables películas que la Universal patrocinó sobre “encuentros de monstruos” al filo de 1940, obras que de hecho marcaron el declive del formidable mito fílmico que James Whale y Boris Karloff habían cimentado en 1931 y 1935. Por suerte, Frankenstein vs The Mummy  no sigue aquellos postulados –o su traslación moderna: no nos hallamos como algo así como un crossover terrorífico al estilo Freddie contra Jason (Ronnie Yu, 2003)–. El fan acelerado de semejantes materiales de derribo (y perdón por la expresión) sin duda quedará defraudado por el breve y poco espectacular encuentro entre esas dos criaturas, que de hecho sólo tiene lugar, y en realidad de forma accidental, en los últimos diez minutos de un metraje que se acerca a las dos horas.

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No, este Frankenstein de Damien Leone concentra sus esfuerzos en una semántica abstracta, y refiere la llamativa oposición entre la exacerbación racionalista de los experimentos de un contemporáneo Víctor Frankenstein (Max Rhyser) y las leyendas sobrenaturales relacionadas con la momificación en el Antiguo Egipto, esto último concretado en una momia que es remitida, para su estudio, al laboratorio del centro universitario donde Víctor da clases, experimento tutelado por un investigador de prestigio, el profesor Walton (Boomer Tibbs, de cuya fisonomía bizarra Leone extrae buenos réditos) y que tiene como meritoria a una joven profesora, Naihla (Ashton Leigh), a la sazón novia en ciernes de este también joven Frankenstein. Aunque partiendo de motivos culteranos (a mixturar con las referidas citas cinéfilas), Leone desarrolla con cierto pero saludable desparpajo esta oposición entre los triunfos (fatídicos, claro) de la ciencia y las inescrutables consecuencias del desencadenamiento (aún más fatídico) de un mal atávico a través de un desarrollo tipológico que, aunque algo moroso –algunas ideas son inspiradas, pero se acusa simpleza en su concreción a través de los diálogos–, carea con afición esa dicotomía a través del reflejo especular entre el científico de ideales prometeicos y aquel otro que directamente se convierte en títere del Mal personificado, uno y otro que finalmente se expresan, se enfrentan, a través de las criaturas que  representan esa dualidad (spoiler: como legado elusivo, dada la muerte de los dos científicos en los sucesivos clímax de la función), dualidad que es al fin y al cabo sobre formas diversas (¿divergentes?) de aproximarse a las raíces del horror.

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No se sugiere con todo ello que Frankenstein vs. The Mummy sea una película de gran interés, ni mucho menos. Sus ingenios argumentales se malbaratan un tanto por la pobreza de la manufactura (excepción hecha del maquillaje de la momia, espléndido) y la cierta obviedad con la que esas interesantes premisas se concretan, pero que no por ello deja de resultar un producto digno, entretenido por lo que cuenta, aderezado innecesariamente con algunas soluciones entre lo granguiñolesco y el burdo gore, pero también salpimentado con alguna secuencia poderosa. Una obra, en fin, bulliciosa y pretenciosa en el buen sentido, indudablemente mucho más interesante que las aproximaciones al universo/excusa de la obra Mary Shelley que en los últimos tiempos nos ha deparado el cine industrial: la anecdótica Yo, Frankenstein (I, Frankenstein, Stuart Beattie, 2014) o la muy aborrecible Victor Frankenstein (Paul McGuigan, 2015).