A CIEGAS

 

Blindness

Director: Fernando Meirelles.

Guión: Don McKellar, basado en la novela de José Saramago

Intérpretes: Julianne Moore, Mark Ruffalo, Alice Braga, Yusuke Iseya, Yoshino Kimura, Gael García Bernal.

Música: Marco Antonio Guimaraes.

Fotografía: César Charlone

Montaje: Daniel Rezende

EEUU. 2008. 118 minutos.

 

        La visión

 

        Hay muchas formas de abordar una crítica cinematográfica, al igual que hay muchas formas de abordar un proyecto cinematográfico, o muchas formas de adaptar al cine un texto escrito. En lo primero hay que buscar la coherencia, y hay que tener en cuenta tanto lo segundo como lo tercero, considerando que importan muchas cosas al analizar una película, y concretamente una que adapta una novela –en este caso, tan célebre y reputada como el Ensayo sobre la ceguera de José Saramago-, siendo la más importante las emociones/tesis que el realizador consiga expresar/encauzar con el lenguaje cinematográfico, acompañen o traicionen, subrayen o desmientan los postulados literarios insertos en el sustrato. Todo ello tiene que ver con la pericia para conseguir que la visión del director se vista en las imágenes que él deseó materializar, y, en una secuencia anterior, el empaque, robustez, coherencia de esa visión (después ya llegarán los otros epítetos, los que cuelgan etiquetas, los que dirimen el éxito y la trascendencia). Si todo esto suena a batiburrillo es porque no me he expresado bien, porque en realidad no he hecho otra cosa que cantar las verdades de Perogrullo. Sin embargo, digo lo que digo para sentar ciertas bases a la objetividad crítica al respecto de esta película de Fernando Meirelles, pues estoy leyendo muchas reseñas que, no sé si atizadas por el recuerdo y contrapunto de la tesis de Saramago, no sé si por otros motivos ocultos, atacan la película por razones demasiado elaboradas (tanto que son más bien libres) sobre el punto de vista narrativo, la voz en off o la traición estética a un texto. No diré (nunca) que cualquiera no tenga derecho a opinar sobre un resultado cinematográfico, pero sí hay que pedir… coherencia. So riesgo de dejar al lector a ciegas, invitándolo al prejuicio.

 

       

Reto

 

        A mí me ha gustado, me ha impactado Blindness. Principalmente, por el tesón y rúbrica de Meirelles, un realizador que trabaja mucho la planificación, el montaje y, en definitiva, el engranaje de los elementos cinematográficos, algo que pude constatar con las excelentes Cidade de Deus y The constant gardener, y que no falla a su cita, asumiendo el reto de narrar en imágenes un texto de fuerte carga no tanto alegórica como abstracta (un texto que yo hermano en muchos sentidos con otra historia difícilmente transpolable a imágenes, La peste de Albert Camus) y erigiendo una estructura visual y un tono que buscan el meollo del texto con humildad suficiente para limitarse a plantear dudas, a perfilar metáforas, sin pretender una toma de posición que no sea la estrictamente dramática. Aquí podemos hablar del punto de vista. Hasta cierto punto, el largo pasaje central del filme –el que acontece en el hospital/psiquiátrico/gulag/campo de concentración- asume el punto de vista del personaje encarnado por Julianne Moore (que conste: otra excelente interpretación de la actriz), el único personaje que no es ciego. Pero limitar los términos a esa subjetividad sería injusto, pues Meirelles los trasciende con mucho, y su esfuerzo se concentra más bien en construir una atmósfera, de opresiva densidad, de afilada crudeza.

 

       

Estrategias narrativas

 

        Al principio y al final, la cámara muestra ciertas panorámicas en semipicado, clásica estrategia para introducirnos en un universo concreto, aquí en una representación, en un análisis, y después abandonarlo (déjenme admirar la hermosa solución del último plano de la película, que no describiré). En los primeros compases, la imagen juega con tonos azulados y albinos para presentar el conflicto, para representar el advenimiento de la ceguera, y en diversas soluciones (o muchas transiciones) que parten de un fundido en blanco para insertar leves imágenes (ora distorsionadas, ora borrosas, ora ocupando partes del encuadre) nos transmite el espinoso trance de los personajes que pueblan las imágenes, sin que –en términos de subjetividad- ello signifique que tengamos que identificarnos con ellos (de hecho, las alegorías se visten desde fuera, desde una normalidad motivacional e intelectual de la que los personajes carecen, que es la que se exige al espectador). En el largo pasaje central del filme ese tono azulado/blanquecino se degrada, utilizando filtros que trasladan el mismo concepto lumínico hacia su embrutecimiento, la invasión de sombras y lo amarillento. Así se perfila la geografía insana y las condiciones insalubres de aquel espacio en el que están confinados los personajes (una location canadiense, concreta y reveladoramente una antigua prisión), y Meirelles nos martillea con planos cortos, insertos de montaje, elaborados encuadres donde priman los reflejos y el juego con lo translúcido, o experimentos visuales que yuxtaponen dos secuencias sucesivas en un mismo plano mediante apariciones y desapariciones de los personajes en el encuadre (v.gr.la primera secuencia de los lavabos), constituyendo todas esas estrategias narrativas una fértil batería entre descriptiva y expresiva del poso de inhumanidades que van articulando las reglas de supervivencia en ese terrible microcosmos. Tan notable resulta la labor atmosférica llevada a cabo en ese pasaje, que cuando los personajes abandonan el centro el espectador agradece esos planos panorámicos que nos van mostrando los paisajes apocalípticos, aunque tras ese mínimo respiro pronto nos demos cuenta de que los personajes ahora se enfrentan a otra suerte de confinamiento, el de su ceguera en la ciudad en caos (donde, amén de planos tan inopinables como aquél en el que vemos unos perros devorar un cuerpo humano que yace en unas escaleras, Meirelles se reserva un pequeño tour de force visual en la secuencia en la que la esposa del doctor entra en un supermercado a buscar comida, secuencia en la que resuenan ciertos ecos del cine de terror y las parábolas sobre zombies que nos legó George A. Romero).

 

       

El humanista

 

        Meirelles es un director de sobrada pericia técnica y un innegable afán por la experimentación. Sin duda que el material de Blindness es muy diferente del que hasta la fecha había abordado (en Cidade de Deus la descripción en clave negra de las condiciones miserables de las favelas y sus círculos concéntricos de violencia, en The constant gardener, partiendo de una novela de espionaje de John Le Carré, las actividades ilícitas que las corporaciones farmacéuticas efectúan en los países del Tercer Mundo); ello sin embargo, las tres películas obedecen a idénticas claves: Meirelles da rienda suelta a un artefacto visual de alta carga expresiva para incidir en temáticas de interés social. Todo ello, cierto es, se lleva al extremo (por su abstracción) en Blindness, lo que sirve para decirnos que el realizador brasileño marca con esta película una culminación en su filmografía, pasa de la descripción particular a la general, del relato de trasfondo realista al relato de alta carga simbólica y alegórica. Y todo ello –y he aquí otra clave del cine de Meirelles- desde un enfoque en el que, merced del poderío descriptivo de los entornos en los que se mueven los personajes, nos impregnamos a fondo de la sustancia dramática que informa sus actos, pensamientos y sentimientos. En realidad pienso que Meirelles es un profundo humanista y que los retratos humanos de sus películas son de todo punto brillantes. El hecho de que los pasajes más obviables de la película sean ciertos diálogos (p.ej. uno de ida y de vuelta –en dos momentos distintos del metraje- sobre un recuerdo que mantiene el matrimonio japonés) o las informaciones concretas sobre el exterior (las que nos llegan del televisor o que nos explica el personaje encarnado por Danny Glover en un interludio) indica algo innegable: que Meirelles logra moverse con gran sabiduría entre la aridez de lo inconcreto y logra cohesionar a la perfección el texto con el contexto, y que los métodos con los que apuntala los sugestivos perfiles psicológicos de los personajes son eminentemente visuales (por ello, las palabras que escuchamos en las secuencias citadas resultan en cierto modo superfluas en su afán descriptivo de estados de ánimo o de entornos hostiles). Y aún diré algo más, si quieren, recapitulando: la fuerte personalidad del realizador queda patente en su forma de abordar en imágenes este proyecto, rehuyendo en todo momento los parámetros estilísticos, la temperatura emocional o los lugares comunes temáticos que son moneda de cambio en el cine norteamericano en todas esas, ya diversas, películas hijas del atentado terrorista contra las Torres Gemelas (entre las que War of the Worlds de Spielberg sentó cátedra) que nos hablan de lo apocalíptico y del ser humano arrojado al extremo de su supervivencia.

http://www.imdb.com/title/tt0861689/

http://www.blindness-themovie.com/

Todas las imágenes pertenecen a sus autores.

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